Parece ser que la juventud de hoy en día está dispuesta a no aprender y a no escuchar, empeñada a seguir los mismos pasos erróneos que sus padres. O mejor dicho, a cometer sus mismas estupideces. Al parecer nos negamos a asumir que ciertas cosas son simplemente malas para nosotros, para nuestra salud y nuestros futuro y a pesar de saberlo, nos empeñamos en seguir haciéndolas. Nuestros padres tenían excusa. Sí, por muy injusto que parezca, la tenían. No sabían qué cosas les perjudicaban y cuáles no, pero de nuestra generación no puedo decir lo mismo. Al parecer somos los idiotas que tropezamos con la misma piedra aún así habiéndola visto desde lejos.
Digamos que hoy me siento responsable y capacitada para escribir sobre temas un poco mas serios.
Comenzaré hablando por nuestro querido amigo el Sol. Estamos en verano y hace calor, y lo único que se nos ocurre a las niñas es guardar por fin las botas y plantarnos el bikini. Nos quedamos horas tumbadas tomando el sol, prácticamente sin protección, deseando ponernos morenas sin ser conscientes de que nos estamos jugando coger un cáncer de piel. Por muy duro que parezca así es. Puede que no nos echemos crema Nívea o Coca Cola en la piel como hacían nuestras madres para ponernos “negras” pero tampoco andamos muy lejos. La mayoría de las chicas no usan la crema de sol y muchas la sustituyen por aceites que lo único que hacen es abrasarte la piel. Parece mentira que sabiendo lo que puede hacer el sol sigamos actuando así. Todavía somos muy jóvenes para entenderlo, pero dentro de unos años, cuando aparezcan los lunares, las arrugas y las manchas (en el mejor de los casos) no podremos evitar mirar atrás y decirnos a nosotras mismas : “Ojalá me hubiera protegido del sol”. Pero ya será demasiado tarde.
Mi segundo gran topic es, como os habréis imaginado, el tabaco. “Piti” que te fumas después de desayunar, antes de comer o con la copa de gintonic, a parte de dejarte un aliento horrible, te aproxima cada vez más al cáncer. Normalmente la gente empieza a fumar en la adolescencia, en torno a los trece – quince años, únicamente para sentirse aceptado y parte del grupo, o bien para dar a los demás una imagen superior de si mismo. Ambos motivos que se pueden resumir en una sola palabra: tonterías.
Es verdad que todo lo «bueno» en esta vida nos perjudica directa o indirectamente y que todos vamos morir de algún modo, pero hay que tener claro por qué cosas merece la pena arriesgar la vida. Y permitirme que os diga que el tabaco y el sol no son una de ellas.